27 junio, 2012

Viuda negra

Con las manos en la cabeza y el fin del idilio como futuro, le pidió que lo devorara. No me queda nada, pero no quiero que el tiempo me consuma, le dijo. Ella sólo cerró dos de sus ojos mientras accedía a la petición hecha.

19 junio, 2012

Todo y nada

De frente lo miraba con insolencia, se parecía a Calibán. Su imagen reflejada en el espejo siempre le había incomodado, no se sentía a gusto con aquel tipo que no hallaba otra forma de expresarse más que la del silencio, observando todo lo que había conseguido. Finalmente el día que perdió todo, comprendió que todo lo que le quedaba era finalmente suyo. El primitivo reflejo de Calibán nunca regresó.

11 junio, 2012

Un carcomido pensar (anticuento III)

A ella le encantaba que le metieran mano los tarados, mientras que a mi me manoseaba el cerebro: que reputa  se había vuelto mi cabeza que buscaba el placer en los lugares menos apropiados. Solía decir que los príncipes no existen, aunque a menudo y a la vista de los miopes, hechizaba la lengua con la que me atragantaba cada vez que me reía de su risa. Era joven y audaz, galopaba a rienda suelta y no se preocupaba del peligro, como si entendiera que aquella era la única forma en que vale la pena ser peligrosa. Abajo de mi pelo, le guardaba un cajón de adjetivos, ella me guardaba el celo de hija de puta que me hacia recordar el orgullo de morir sólo por accidente. Lo malo? que sus pies no me hacían caso, no me apuntaban abajo de la mesa, aunque su mirada tentadora me provocara la imaginación que tanto reprocha la moral acusadora. Del otro lado la otra, su acento y sus caderas, pelo de gitana y ojos sin prisa. No pide sueños ni requisitos; sus cuentos son los callados, los que guardan las manos silenciosas. El licor cambiaba el panorama, pero la impertinente realidad palpaba el engaño momentáneo, el futuro de la mañana presente era inevitable. La droga que se apodera de los sentidos y apaga el cerebro. No me mientas me pedía el cerebro, que yo soy mejor impostor que tu. De esta no salimos victoriosos, aunque hay peores cosas que la derrota. De pronto sólo quedábamos los dos: mi cabeza y yo; las mujeres se hicieron cenizas, el consentimiento se dividió, el masoquismo del arte nos carcomió, la cuenta pagué y en medio de la noche y el amanecer, mi mente decidí extraviar por el andén del que una vez tuve que aprender nada de lo sé.

05 junio, 2012

Memoria

Es caprichosa como una mujer, recuerda y olvida aquello que le conviene. Sensible como los labios y resistente como el náufrago ante la tempestad. Sin ella, un sin sentido, la perdición o tan solo el placer de olvidar lo que carece de imagen.