22 mayo, 2012

América

Al llegar al barrio era inevitable pasar por alto la elegancia de la fachada de aquella funeraria. La sobriedad de los colores que la decoraban le daban un toque distinguido con respecto al resto de locales que se encontraban alrededor. Resultaba inevitable no acercarse a admirar los ataúdes ordenados al otro lado del vidrio. Grandes y pequeños, pomposos y recatados, para ricos y también para los pobres; era un pequeño mundo de variedades para asegurar el destino inminente, una invitación sutil a morir. Sin embargo, aquella imagen de escaparate no escondía el hecho que todos los pobladores de aquel lugar supieran que el dueño de aquel negocio se dedicaba a matarlos. Por supuesto no los asesinaba a diario, quizá porque no necesitaba de tal medida o porque creía en la sostenibilidad de los recursos que usaba; pero siempre que podía asesinaba a dos o tres personas mensualmente. Aquella era la razón por la que se había convertido en el local más longevo, aunado a la maravillosa administración que se procuraba. Los vecinos, como ya se relató, conocían del violento motor de prosperidad de la funeraria; por eso convivían la indignación que algunos mostraban por aquella vil actividad de lucrar con la muerte, junto a la resignación que otros manifestaban. Fuese como fuese, los habitantes de aquel lugar coincidían en que de llevar a la ruina a la funeraria y a su dueño, no tendrían a quien contratar para los servicios fúnebres que eventualmente y de forma inevitable algún día necesitarían.

9 comentarios:

  1. Los ataúdes estaban tan buenos que daban ganas de morirse... genial!! la funeraria que se procura su propia materia prima... tremendo!

    Abrazo!!

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    1. Me fascinó el juego de palabras "materia prima" jaja Definitivamente así debía pensar el dueño del negocio.
      Un abrazo

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  2. Corrupción, tal y como siempre se ha entendido. O Mafia, en sus diferentes versiones. Se sabe que apesta, pero miramos la suntuosidad de sus fachadas y nos tapamos la nariz, porque tarde o temprano tendremos que recurrir a ella. ¡Ay Buonasera, Buonasera!...

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    1. Es la falsa creencia de echar de menos el olor que se respiraba, la fachada de necesidad...
      Un abrazo Juanjo.

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  3. ¿Ésto es para ti América? una gran funeraria, donde las personas que cruzan la frontera no dudan en perder su vida si es necesario para poder disfrutar de ese falso paraíso??

    siempre me gusta leerte.
    aprendo de ti.

    un abrazo escritor
    :))

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    1. Funeraria no, sino un rincón de siglos de contradicciones. Tierra maltratada pero todavía fértil, continente de transformaciones constantes y groseras. Como lo escribió Juanjo: "miramos la suntuosidad de sus fachadas y nos tapamos la nariz..." Es la zona de confort, es la droga que adormece, el sempiterno laboratorio de causas ajenas a las vividas... Es tanto Esilleviana, es América.
      Un abrazo

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  4. La simbiosos perfecta entre el desear y el ansiar...

    Saludos

    J.

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  5. Excelente la sutileza del relato y la conexión con el título. Genialmente buscado! Comparto letra por letra lo que dijo Juanjo, tal cual.

    Saludos!

    PD: Al principio, con todos esos detalles de la funeraria me hiciste acordar a la serie Six feet under, aunque después obviamente no tuvo nada que ver!

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