29 mayo, 2012

La virtud de asesinar

  Bach - Invención 7 / Glenn Gould



Se hallaba de pie en el estudio, la lucidez proyectada a través de aquellos ojos era causa de fascinación. La vestimenta raída lo hacía parecer un personaje de tragedia griega. Como hombre de su época, no tomaba demasiado en serio el futuro, solamente la virtud momentánea que se le aparecía enfrente. No existía nada más, el mundo entero se había desvanecido con la luz de la tarde.  Acababa de oscurecer y los colores de las cosas habían sido remplazados por las sombras que se distendían a su alrededor. Nada de esto parecía importar pues estaba absorto, como quién construye planes en el silencio. Por cada pensamiento que nacía, por cada palabra que se reformulaba y transformaba en frase para cambiar el destino de la inevitable significancia que aquello tendría; por cada página de conocimiento en la que se adentraba, su sonrisa se ensanchaba en el rostro, ya que era conciente de lo que estaba llevando a cabo. Sin prisa y prestando atención a los detalles; con la deliciosa delicadeza con que los artistas representan la belleza, en su mente estaba asesinando su propia ignorancia.

2 comentarios:

  1. por tanto (:), portas una gran sonrisa, eres silencioso y discreto y, eres una persona culta que le gusta continuar aprendiendo...

    un texto muy descriptivo jaja

    siento el retraso :)

    un abrazo amigo

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  2. Personaje tan desagradable merecería estar preso en los confines más oscuros del sistema carcelario del subconciente.

    Excelente texto Alejo.

    Saludos

    J.

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