17 noviembre, 2011

Lucidez proyectada


Durante el transcurso de los años que daban pie al apogeo de la revolución tecnológica, a Luz se le hacía difícil encontrar personas que compartieran su entusiasmo por cualquier tipo de visión artística casi apoteósica; concretamente por el oficio de desentrañar los textos literarios que año tras año alimentaban su mente con nuevas ideas y sueños de un mundo presente que parecía alienarse de su propia historia. Sin embargo ello no le impedía encontrar fascinación por el lenguaje, por la observación y por todo aquello que la palabra rodeaba entre otras cosas. Quizá se tratara de un ejercicio obsoleto, una tarea que había sido cosa de otra época y que lejos de haberse capturado en centros de enseñanza, su esencia más pura revoloteaba todavía en la libertad de la experiencia natural del boca a boca. Indudablemente aquella tarea había sido llevada a cabo por personas más versadas, pensaba Luz; pero su febril pasión no le impedía esbozar una sonrisa cuando descubría que un nuevo pensamiento crecía en su cabeza. Aquella actitud daba como resultado un sentimiento que la acercaba de alguna manera hacia un misticismo cómplice, a personas que no conocía y sin embargo le susurraban; pero por otro lado la dejaban abandonada en un presente lleno de millones de seres que agudizaban su desazón: la de compartir sus opiniones con el riesgo que la ignorasen o en el mejor de los casos se aburrieran. Luz ya no pensaba que el presunto conocimiento de algo aislara a los seres humanos -sería una terrible paradoja, una ironía más grande que una neurona, solía repetirse- sino que su labor poseía esa extraña riqueza que no permite a su forjador disfrutarla plenamente, pues estaba hecha para los demás; y eso en si mismo era su tesoro; de la misma forma que el trabajo de tantas otras personas que la sociedad ignora. Desentrañar la lectura era un trabajo en desuso que para colmo permitía soñar con ojos abiertos y además estaba lejos del suntuoso mundo que comercializaba autómatas como estilo de vida. La caverna solía ser acogedora pero oscura. Desde la lejanía le costaba  identificar con certeza a quienes estaban allá adentro, sin embargo Luz ignoraba que su nombre sería uno más en el epíteto del faro que indica la salida de la caverna. Su nombre ya no era importante, ya que desde adentro solo su sombra se proyectaría.

De pie en el umbral de la caverna, comprendí la lucidez.

8 comentarios:

  1. :)

    escribir comentarios es un entretenimiento más, una extensión de la lectura; es algo parecido a como si L. reflexionara con los dedos acerca de lo leído... jaja.

    "la caverna un espacio cavernoso, en el cual se encuentran un grupo de hombres, prisioneros desde su nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de cercanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al exterior.Estos hombres encadenados consideran como verdad las sombras de los objetos. Debido a las circunstancias de su prisión se hallan condenados a tomar únicamente por ciertas todas y cada una de las sombras proyectadas ya que no pueden conocer nada de lo que acontece a sus espaldas".

    la sombra son nuestras creencias y conclusiones por supuestos susceptibles de error ya que "ya que desde adentro solo su sombra se proyectaría."

    :))

    un abrazo, escritor filósofo.

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  2. Pues algo en algo así acabaremos... no te extrañe...

    Besicos

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  3. Me hizo pensar como Esilleviana en el Mito de la Caverna aunque el protagonismo de Luz es mucho más poético.

    Besos

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  4. Esto se pone cada vez mejor, Qué bueno pasar por acá.

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  5. Alejo,
    Por estas cosas me gusta llamarte Sr. Zimmer, con mucho respeto. Hay en lo que cuentas y en lo que no dices, una capacidad de observación que planea sobre todos los demás. Es tan clara, profunda y desvelada que me invita a tirar un muro cada vez que te leo, a detenerme, a retroceder y reflexionar, a sentirme estúpido mientras contemplo un horizonte lleno de posibilidades que a veces, vivir, me impide ver.

    Abrazos amigo

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  6. Excelente!

    Un personaje, un símbolo, una ilusión hecha realidad.

    Muy buen texto, Alejo, siempre te superas, y eso no es fácil de lograr.

    Saludos

    J.

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  7. Esilleviana,Belén,Luna,Palabrota,Antonio,Peregrino,José.
    Gracias por sus comentarios, siempre recibidos con el mayor de los honores.

    P.D
    Indudablemente Esilleviana y Luna, la idea parte de Esa Caverna. Y Antonio: hombre, el respeto es mutuo, por lo que siento que deberé decirle Sr. Misas -lástima que las mayúsculas no suelen ser más grandes.

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