21 febrero, 2010

Una carta de (des) amor.







Sara,
Las razones por las que escribo esta carta no las conozco; quizá porque no hay motivos que explicar ni vacíos que llenar, solo pesadillas de las cuales despertar. Me he convertido en un monstruo indescifrable que simula amor para acostarse con mujeres que se compadecen de lo que no entienden. Miento si no lamentara aquello en que me he transformado justo cuando cae la noche y la Luna me desprecia mientras yo la maldigo.

Eres la bestia que con artimañas me moldeó, un ser que encuentra sospechosos sentimientos como el amor o la compasión y se ríe de la decadencia que se abre con cada paso, con cada perfume indeciso o con cada muerte que das: eres Frankenstein y yo soy tu mayor creación.
El dolor es lo que me mantiene vivo, algo neurálgico que me hace querer vivir de ti. Como un loco busco parecerme a la vaguedad de la sociedad que me rodea y dedicarme cada noche en la soledad del apartamento a escribir a nadie. Quisiera dejar de pensar por un rato, quisiera solo sentir, entender ese sufrimiento humano que irónicamente es capaz de mostrar lo extraordinario que podemos ser cuando pareciera que la esperanza se ha apagado: entregarme a la más complicada simplicidad y convertirme en el humano que una vez fui.

¿Alguna vez has pensado en el significado del sacrificio? ¿El anteponer tus sueños por quienes amas. Pensar en la felicidad que eres capaz de legar a costa de tus heridas. Decidir ser la última en desagrantarte porque en la terquedad crees ser más fuerte que en realidad eres, y sin embargo en las noches de desamparo te doblegas ante la soledad de un espejo?. Es inútil que te pregunte eso, pues ni yo soy mejor que la enfermedad que nos rodea ni tú eres la cura que a veces quisieras ser. Todo es una estúpida utopía. Somos los monstruos que hemos decidido ser, y nuestro secreto será mentir para que nadie nos reconozca.
El amor lo vendí en aquel café, y con lo que me dieron a cambio compré el dolor desahuciado que se atormenta con recuerdos que queman y devoran todo a su paso; incluso he llegado a pensar que la única forma de escapar es que me odies, al hacerte creer que maté y borré cualquier resquicio de aquel tipo que llegaste a conocer, ¿no es acaso absurdo? Sí, escapar como un cobarde que desea no haberte entregado toda la pasión que desbordaba mi boca.
Espero que no me busques, pues no quiero ser encontrado (sé que no lo harás pues te falta valor para arriesgarte); siempre has sabido que escucharte envenena a este ingenuo corazón.
Estas letras no esconden ninguna artimaña más que la verdad de un mentiroso. Al final decubrí que mis palabras son en vano, pues a tu lado nunca pude conocer el amor, solo ilusiones misteriosas que me hicieron besarte en momentos inesperados. Por ello evita las palabras que me dijiste alguna vez, olvida el consuelo, destruye la amistad, y si alguna vez sientes ganas de llamarme, no se los hagas saber, pues para esos momentos recuerda la sombra que quedo al lado de tu cama, para que liviana y silenciosa, te sirva para ponerle el mejor rostro que conserves de mí y en el desahogo, le hables de lo que nunca nadie se irá a enterar
.


Ernesto

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13 comentarios:

  1. Tiene el arrojo y la crudeza de la que debe hacer alarde toda carta de (des)amor.

    Todo un descubrimiento.

    Abrazos.

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  2. guao...

    Qué dolor más terrible, pobre Ernesto...

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  3. el dolor no nos mantiene vivos, nos mantiene vivos la esperanza de que el dolor en nuestras letras lleguen a su destinatario

    un abrazo

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  4. AdR, hombre! un placer tenerte por acá. Instinto de crudeza más bien.

    Querida Maheba, Si Ernesto viera lo hilos de este titiritero, saldría a buscar una tijera!.

    Verso y palabra, Demasiado cierto, un arma de doble filo es la esperanza.

    Un abrazo a los 3, y bienvenidos AdR y verso y palabra.

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  5. hola alejo...
    me conmovio mucho esta carta, quiero saber el final de la historia :)
    te felicito!!!
    saludos

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  6. me encanto :) gracias por seguirme!
    Un besito.

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  7. Por mas quejas.. siempre terminamos siendo suyos siempre, verdad?

    Un abrazo : )

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  8. Ernesto es un licántropo del amor; ese que se regala y que a su vez regala dolor, un comercio -aunque no me guste la palabra- de emociones.
    ¿La sombra fue su mejor gesto?

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  9. El dolor nos hace sentir, sientiendo vivimos, y de seguir pues, se trata todo esto...

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  10. nada se pierde, Ernesto Batalla, no? qiero seguir leyendolo para descubri frases como esta: "Somos los monstruos que hemos decidido ser"
    Un abrazo, Alejo.

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  11. el amor nunca se vende del todo.
    siempre resurje de algún lugar.

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  12. ....Primero: bienvenidos a l@s visitantes nuev@s:
    María Fernanda,me da gusto que haya provocado tal impresión en vos la historia de Ernesto, pero el final esta lejos: apenas está empezando!.

    PaU, cambiamos de idioma pero no de afecto,

    Victoria, Encantado de tenerte por acá. Beso al otro lado de la pantalla.

    Arya, siempre está la necedad de seguir queriendo creo yo (en este caso).

    Paciente... Paciente paciente que puedo decir: jajaja licántropo del amor (espero que no me confundan con películas de mala calidad... :P), Creo que diste en algo que me hubiera gustado haber pensado: un comercio de emociones!.

    Dinobat, exactamente, de seguir: respirando, viviend, sintiendo; aún cuando de primera no entendamos el por qué.

    Estimado Palabrota... entonces habrá que seguir "torturando" al sr Batalla para ver si se me ocurren más frases!.
    Light my fire, (soy un ladrón de frases) el amor nunca muere solo cambia de lugar.

    Gracias por seguir sacando emociones y pensamientos a este Alejo con sus comentarios, Un abrazo con tintes de buena intención.

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