23 noviembre, 2009

Claridad de pensamiento en medio de una reiterada contradicción

Noviembre 23, 8: 43 pm

Mi costumbre de visitar lugares nuevos, degustar sabores desconocidos y descansar en la tranquilidad de mi propia compañía cuando más me he sentido urgido de tratar de reencontrarme en momentos de aspereza necesidad, me ha llevado a visitar la sobriedad y buen gusto que prometía una cafetería. Sin duda no puedo desacreditar dicho lugar sin caer en la injusticia que me llevaría realizar tales acusaciones: un eminente servicio, seguido por ricos platillos que se balancean con la armonía que sincroniza el ambiente. Sin embargo reconozco el desatino e imprudencia que guiaron a mi espíritu esta vez al visitar el lugar en cuestión. La falta de capacidad para reencontarme en la lectura ha sido abismal. Los sentimientos desmerecedores en los que me visto envuelto han llenado el espacio de la silla vacía que se encontraba delante. La paz nunca pudo congrasiarse con la soledad experimentada, que solo atinaba a realizar prerrogativas acerca de las conductas realizadas en el pasado. No cabe duda que la necesidad de mi olvido para beneficio de la felicidad (mía) y tranquilidad de ambos es trascendental. Mi silencio incrementará con la certeza de apaciguar las mareas que no terminan de acecharme, por no dañar las aspas que impulsan a este barco de papel.
La fuerza marginal que trata de hacerme marchar hacia adelante no tengo duda que trata de ser lo más constante posible, pues caer en la "auto-conmiseración" no ha sido mi estilo ni espero lo sea; al tiempo que el orgullo trata de abrirse paso a bocanadas de nicotina. Sin embargo la pesadez indescriptible que se vacia en mi pecho a medida que me alejo de mi crepa y café (ahora insípidas) es algo difícil de ignorar con la simple resolución de intercalar pensamientos.
Por lo pronto pienso que el año comienza a vislumbrar su atardecer en la premura de verme disfrutar de la mejor manera las horas previas al amanecer.

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