Octubre 15, 12: 00 am
- Te dás cuenta que las mareas se mueven al compás de nuestra Luna? es cuestión de estar listo...
Es tan dificil atrapar el recuerdo, con sus olores, sabores, risas y disgustos; cuando lo acontecido pareciera estar tan distante, que hay campo para la duda de preguntarse si fue un sueño o realmente aconteció?.
Sin ideas de marmol, ni ideales de seda, ya no hay campo para jugar a las escondidas, solo queda el resultado de la resta matemática de tu mirada y la mía.
En realidad me pregunto si la carta anterior la extravió el servicio postal, por culpa de este mundo atribulado que no conoce de direcciones fuera del mundo constatable; aunque quizá la razón por la que espero tu respuesta se deba a que no pude pagar el valor de la estampilla de fé que requería el lugar donde habitas, que reza en su inscripción: certeza de lo que se espera, convicción de lo que no se ve.
A pesar de todo creo que si no se entrega la carta anterior junto a esta, su hermana siamesa (con horas de diferencia de edad) supongo que las tendré de vuelta, y pese a todo seguiré soñando que el mundo es color verde, que no nos debemos nada, y me quedaré con los recuerdos que la distancia nos impidió abrazar, sumandose al final a la historia de un presente sin futuro ni pasado, en donde solo quede Lucía: la dueña por disposición de nuestra Luna.
- Te dás cuenta que las mareas se mueven al compás de nuestra Luna? es cuestión de estar listo...
Es tan dificil atrapar el recuerdo, con sus olores, sabores, risas y disgustos; cuando lo acontecido pareciera estar tan distante, que hay campo para la duda de preguntarse si fue un sueño o realmente aconteció?.
Sin ideas de marmol, ni ideales de seda, ya no hay campo para jugar a las escondidas, solo queda el resultado de la resta matemática de tu mirada y la mía.
En realidad me pregunto si la carta anterior la extravió el servicio postal, por culpa de este mundo atribulado que no conoce de direcciones fuera del mundo constatable; aunque quizá la razón por la que espero tu respuesta se deba a que no pude pagar el valor de la estampilla de fé que requería el lugar donde habitas, que reza en su inscripción: certeza de lo que se espera, convicción de lo que no se ve.
A pesar de todo creo que si no se entrega la carta anterior junto a esta, su hermana siamesa (con horas de diferencia de edad) supongo que las tendré de vuelta, y pese a todo seguiré soñando que el mundo es color verde, que no nos debemos nada, y me quedaré con los recuerdos que la distancia nos impidió abrazar, sumandose al final a la historia de un presente sin futuro ni pasado, en donde solo quede Lucía: la dueña por disposición de nuestra Luna.
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