06 mayo, 2013

Conciencia


El tiempo no fue suficiente, nunca lo es. El tiempo es un maricón.

La narración objetiva de los hechos no puede existir cuando la subjetividad que separa la locura de la cordura, la fantasía de lo que pudo ser de la realidad de lo que se representa ante los ojos de todos termina por consumir el tiempo dentro del pequeño universo que representan las imagenes de los recuerdos. Es la eterna tragedia de la humanidad, su eterna condena, el nacimiento y la muerte de todo lo que sobrevive, de las historias y de los futuros siempre encadenados al árbol del presente carcomidos en la mayoría de veces por los pasados; pues las muertes aguardan , al igual que las vidas, y el sufrimiento contemplativo aguarda mientras juega una partida dramática con la esperanza. Lentos transcurren los minutos. Decadentes segundos llenos de costumbre y sin ningún propósito. Es la intensidad de la resistencia humana, de su sufrimiento y su posible redención la que obliga al personaje a permanecer acostado contemplando la nada con ojos cerrados. Todos los días muestran la misma identidad. Ya no hay preguntas, la necedad de estas ha terminado por desgastar la búsqueda de respuestas sin sentido. La realidad es lo que es, el eterno ciclo lleno de variantes que culminarán con el mismo final. De pronto el personaje parpadea con los ojos cerrados, está consciente del oximorón que envuelve al tiempo y de su naturaleza infinita e ineludiblemente tan corta. La crueldad de su tragedia es la que a su vez la hace tan hermosa. Ha vivido en un limbo, estancado, inerte, sin propósito de continuar. Piensa en cuan poderosa es la tentación de seguir contemplando el drama. Es un mundo de reflexiones, una realidad etérea. ¿Qué significa esto?  Sus labios reproducen una mueca. Son las muertes se responde. Es la conciencia de la lucidez y su perpetua angustia. Estos dolores y recuerdos eran míos piensa mientras apoya una mano en el suelo para levantarse. Son vidas fragmentadas, viajes sin retorno, dolores como bultos y olvidos como brisas que queman. Todo ha cambiado. Es el milagro de la muerte, su transformación y así, la posible contemplación y continuidad de la vida. De pie y todavía ciego ante el mundo, finalmente ha abierto los ojos. Todo es igual en su diferencia.

2 comentarios:

  1. ¡Hombre Alejo ! Me alegra mucho que vuelvas, aunque vengas con la conciencia tan espesa, desesperada, tan barroca y recargada.
    Estuve buscando algunas fraes de Bukowski para encabezar mi blog, ahí te dejo dos:
    “Algunas personas nunca enloquecen. Tendrán unas vidas realmente horribles”
    “El individuo bien equilibrado esta loco.”

    Abrazos

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  2. Esa conciencia es la que nos permite sobrevivir y mantenernos con vida, que no quiere decir que ese remordimiento y escrúpulo sea la reflexión y el conocimiento pleno de nuestro desarrollo y mejora. Pero es necesario enfrentarse a él.

    un abrazo Alejo

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