24 octubre, 2012

Del silencio


Lenta y silenciosamente caminaban por medio de la calle, como si de una pegrinación desconocida se tratara; a paso lento andaba la pareja provista de necesidad, tratando de mitigar con cada paso las circunstancias que los habían llevado a ese momento. No existía ninguna prueba que constatase su amor o su cariño, ni siquiera un poco de amistad; necesidad era todo lo que resaltaba en aquellos ojos que habían decidido ocultarse en la madrugada, lejos de la lástima o el oprobio que suelen manifestar los vecinos durante el día al contemplar escenas como la que estaba presenciando en aquel instante. Él remolcaba un carretón cubierto por una vieja manta. Ella, con la paciencia que da la hora, abría las bolsas de basura que iba encontrando en el trayecto. Por momentos su compañero detenía el carretón en medio de la calle vacía para realizar la misma tarea que ella pero en la acera contraria. Al no encontrar nada útil, volvían a cerrar las bolsas con la misma dignidad con que las habían abierto y así retomaban el curso hacia un lugar que yo desconocía. El enigma que se ocultaba bajo aquella frazada se asemejaba a la curiosidad de saber que pensaban aquellas personas tan silenciosas como las dos de la mañana. Quizá la manta protegía el sustento de un mejor mañana, uno tan distinto, ajeno e inverosímil como el que se depositaba en aquellas bolsas de basura. Al verlos en la distancia, note como caminaban abrazados; tal vez aquel gesto también servía para cumplir un cometido como el de la cobija, resguardar el frágil calor humano, de la desesperanza con que la realidad suele acometer.

4 comentarios:

  1. Bueno, a mi me conmueve, me pone la piel de gallina ese último abrazo. El calor humano es también una forma de amor. Les he visto caminar despacio, cargando con la supervivencia, buscando en silencio, con verdadera educación y respeto por el bienestar de los otros, cuidándose de no dejar demasiadas pistas a su paso. Es una historia muy triste, tan triste, la historia más triste.
    Está impecable este recorrido Del silencio Sr. Zimmer; la claridad de trayecto por la madrugada de la ciudad, los personajes bien adaptados dejando entrever tiempos mejores y ahora unidos o más unidos, metidos de lleno en la fraternidad del único camino posible, con resignación y ese calor humano que me ha llegado. El desarrollo de la acción tan acorde con el lenguaje utilizado. La importancia del título; que lo hace todo suave, hasta la desesperación que podría suponer arrastrar el carretón y tener que vivir sometidos a la tiranía de esa discreción es suave en este relato.
    Me gusta leer estas estupendas piezas porque me aportan mucho conocimiento a este asunto de escribir y leer. Merece la pena así, seguir compartiendo esta cosa de los blog.

    Un fuerte abrazo Alejo.

    PD. Ah, se me olvidaba decirte que esta frase que te pongo a continuación me ha recordado el estilo de José Luis Alvite (fabuloso columnista Español) no sé si lo conoces: "El enigma que se ocultaba bajo aquella frazada se asemejaba a la curiosidad de saber que pensaban aquellas personas tan silenciosas como las dos de la mañana."

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  2. Cierto, es un texto muy duro, puesto que solo se tienen el uno al otro y sin embargo, entre tanta miseria y penurias, ellos se proporcionan calor mutuamente. Será ésto lo único que necesitamos para vivir? a los demás o al menos, a otra persona a nuestro lado?
    tal vez...

    Un abrazo amigo.

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  3. Calor humano, esa cosa que ya pocos recuerdan qué es, cómo se genera y para qué sirve.

    Saludos

    J.

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  4. Hola amigo :)
    tienes que escribir algo. Alguna vez he pasado por tu ventana y me he asomado a los cristales para comprobar si dentro había movimiento pero no he hallado actividad alguna. Has de bailar para tus lectores jaja

    Un abrazo

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