Con un toque de gracia abrió los ojos. No lo había pensado simplemente sucedió. Miró miles de cosas y probablemente escuchó el infinito. La delicia del paisaje y acontecimientos que sucedían uno tras otro. Un cúmulo de arte y experiencias nuevas. También lo sobrecogieron la vasta inmensidad de terrores, la aparente incompatibilidad de sucesos que corrompían la belleza que admiraba. De forma fugaz apagó sus párpados. El resentimiento alcanzó su ser, su humanidad, el miedo y otras cosas que no tenían explicación. La rueda del mundo era cruel pero...