23 noviembre, 2011

Contando un cuento


A nuestro mundo no le gustan las excepciones, resultan muy incómodas de manejar. Fue lo que me dijo aquel señor que escribía cuentos infantiles al inicio de lo que serían la seguidillas de entrevistas que le realicé con motivo del libro que hace unos meses mi editorial decidió publicar a su nombre, y en miras a las ganancias que se podría apuntar la editorial usando su nombre. Al parecer el éxito de sus libros infantiles no pasó desapercibido, y al cabo de su octavo libro, el sobrino que tanto había aportado a la generación de ideas, decidió emprender la batalla legal para reclamar los derechos que le correspondían por haber inspirado las historias con las que su tío entretenía a multitud incontable de lectores. Al mismo tiempo sus editoras, finalmente se habían hartado de lo difícil que les resultaba leer aquellos cuentos con semejantes faltas ortográficas. Y ni que hablar del desgastante trabajo que resultaba de corregir aquellos manuscritos, en parte porque estaban escritos a mano, y si bien la caligrafía era perfecta, no admitía los métodos ligeros de autocorrección propios de las computadoras. En fin, que al darse cuenta que no existía una mejoría ortográfica por parte del señor -todo lo contrario- y tomando como pretexto el bajón en las ventas a causa del escándalo que se llevaba a cabo en los tribunales de justicia, la antigua editorial calculando el riesgo que supondría publicar otro libro, dio por finiquitado el contrato que sostenía con el señor de los cuentos. El sobrino ganó la batalla legal: la totalidad de los derechos de los libros le pertenecían, mientras que su tío yacía en la ruina y sus futuras ideas huérfanas de patrocinio debido a la mala fama que les había otorgado el mismo sobrino. Sin embargo su historia había provocado tanto revuelo que mi jefe se dio a la tarea de ofrecerle un contrato para que yo escribiera su biografía. El señor accedió, y como al parecer este mundo se preocupa tanto por la vida de los demás, inevitablemente el libro ("Mi vida: contando un cuento") hoy día es un best seller.

6 comentarios:

  1. He decidido entrometerme en el primer comentario del blog debido a que como podrán notar, el germen de esta idea surgió de la mayoría de los comentarios del post pasado (en especial los escritos por Esilleviana, Antonio y Pau). Por lo tanto esta propia palabrería va dirigida a convertirse en una dedicatoria conjunta y sin duda espontánea... agregando una soslayada petición a que no actuen como "el sobrino".
    Gracias.

    Alejo

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  2. Quién tuviera un sobrino así, al menos, uno podría haber vivido un tiempo de este asunto de escribir... y de su sobrino... aunque luego le llevara a la ruina total, al fin y al cabo al tío le aporto hasta una jubilación por el resultado de biografía. Para lo otro, hay correctores literarios, como Manuela.
    Se decía de T.S. ELIOT que el genio no era él, era su mujer, que acabo en un sanatorio psiquiátrico, dicen que la encerró él.

    Abrazos

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  3. :)

    La verdad es que lo bonito de escribir es que con una pequeña idea, podemos hacer maravillas...

    Besicos

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  4. Je, je...

    Es remate de extraordinaria genialidad, no tardaré en adoptar algún mocoso travieso que guste de mirar a las estrellas.

    Un abrazo.

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  5. El éxito del fracaso!! A JK Rowling también le hicieron juicio... pero a ella le fue mejor...

    Abrazo!!

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  6. Cuidado. Mañana te reclamará sus derechos, jajaja.

    Me ha gustado este cuento de cuentos.

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