24 octubre, 2011

Imagen

Ryan Adams - Lucky now


Camino hacia el límite del jardín, donde el techo todavía me protege de la copiosa lluvia que cae. Adelante se encuentra esa figura casi monocromática. El color de su abrigo azul apenas se distingue. La silla de metal hace juego con la mesa de vidrio en la cual descansa su brazo. Se encuentra de espaldas hacia mi. Una ligera bruma se eleva a partir del golpe de las gotas contra el suelo. El hombre roza los treinta y un años. Elegantemente sostiene el cigarrillo empapado pero todavía encendido, al igual que toda su silueta. Existe una cierta quietud a su alrededor, como si el tiempo estuviera a punto de cumplirse. Es un cuadro melancólicamente hermoso, en movimiento. Lleva el cigarro a su boca, se detiene, y luego exhala un sin fin de imágenes. Con cada calada, a su alrededor se dibujan recuerdos efímeros como el mismo humo que se resiste a borrarse con la lluvia. Son viñetas a blanco y negro, o quizá pedazos incorpóreos de vida. Una mano que acaricia el césped lleno de rocío. Un beso donde nace el cabello atrás de la oreja. Varias paradojas que rozan el pecho. Las risas en medio de la nada. Una Luna que acompaña los pasos. El vino que reposa en una mesa. La pintura entre los dedos. El roce áspero y delicado de cuatrocientas páginas. Las botellas de perfume alineadas. Un apretón de manos. Un telón que se abre. Cicatrices en los codos. Incluso un retrete multicolor. Un reloj nuevo seguido por un tiquete de cine, de avión, de tren o tal vez solo sea una factura. Una carcajada fortuita me parece que flota, pero puede ser solo un llanto en silencio. Varias sombras abrazadas, cientos de sonrisas posando para una fotografía. Una barra de bar y una cama con sabanas desperdigadas. Estoy embelesado por el desfile de acontecimientos que veo pasar y que me es imposible relatar en su totalidad. Estoy enamorado de aquel cuadro en movimiento. Sin embargo una pausa en aquel hombre me advierte que la mano que ahora frota su cabello, es signo de que también es un asesino de pensamientos. Ha sepultado su crimen en una nube de humo que toma la forma de cabello. Es el precio de la vida; de todo aquello que se escoge y  se vive. Es la anestesia de aniversarios deseados. Son fantasmas secretos...
Mientras las gotas casi apagan mi cigarro, me he percatado que un niño con conciencia me observa a mis espaldas como quién devela los secretos de un cuadro. Ambos hemos caído en cuenta de quienes somos, pero no estoy seguro de ser quién yo era. Algo falta o todo cambió; es la duda, o acaso es la lluvia que difumina la figura de suelto cabello que se quedó entre nosotros.

8 comentarios:

  1. nos podemos reconciliar con otro de nuestros yo?

    más tarde vuelvo y te comento con sensatez...

    :)

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  2. Un cuadro adentro de otro cuadro!
    Como Velázquez!!

    Abrazo!!

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  3. La duda todo lo cambia, incluso a los hombres...

    Muy interesante texto, las imágenes flotando en el humo, los recuerdos convertidos en lluvia, la sensación de ser sin ser... Todo.

    Saludos

    J.

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  4. Me encanta ese momento donde el silencio nos hace notar que alguien nos observa.. cuando observamos.

    "..The lights will draw you in
    And the dark will bring you down
    And the night will break your heart
    But only if you’re lucky now.."

    Abrazo.. T :)

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  5. Cuando tu niño te quiera hablar, escúchale, anda...

    Besicos

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  6. Esilleviana, los yo son los más problemáticos... :)

    Peregrino, jaja de los detalles que uno no tiene en mente pero se los señalan los demás. Un abrazo.

    La duda lo aniquila todo, pero también puede reinventarlo todo José. Un abrazo.

    Arya, como escribió el peregrino: como Velázquez. Esos momentos son arte en si mismos. Genial la canción eh? un abrazo.

    Belén, dicen que una de las desventajas de crecer es que nos quedamos sordos. Besos.

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  7. "Pero no estoy seguro de ser quién yo era", no creo que sea posible ser quien se era, es la consecuencia de escoger vivir a quedarse encerrado viendo la vida pasar, cada experiencia, cada nueva visión de la realidad nos aleja de la ignorancia que tumos ayer, y nos imposibilita ser eso que fuimos.... Que bueno volverte a leer y ver como ya no es el mismo de antes, ha madurado junto con su escritura jaja,, saludos

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  8. Empezamos a tomar consciencia de la distancia, asumiendo así los cambios en las etapas de la vida, entramos paulatinamente para ser adultos, pero debemos reconocernos en los momentos de lucidez, sentirnos, vernos con una copa de vino y un cigarrillo mientras pasa la escena, el lugar donde nos dimos cuenta. Recreamos la película cuando ya tenemos constancia de que la vida se nos viene encima y hemos aprehendido a mirar atrás para permanecer avanzando, por mucho que nos sorprenda, en el pellejo de la persona que somos habitará siempre el niño, el primer personaje que nos empezó a desvelar y enseñar el mundo.
    Bravo SR. ZIMMER.
    Abrazos

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