15 junio, 2011

Las ventanas

Sinfonía nº 3- Beethoven


Resultaba un día caluroso de Junio, la luz de las nueve y treinta de la mañana se abría paso a través de la ventana entreabierta para que una vez adentro de la habitación, se quedara suspendida danzando con las partículas de polvo que flotaban a su encuentro. La mezcla de olores que despertaban, llenaban aquel cuarto dando la sensación de cierta armonía característica de los sábados matutinos. El perfume todavía impregnado en la ropa y aquella sensación de frío en la cerámica insistían en conjuntar el almizcle que emanaba de las personas que recién amanecían. Un cuadro apacible y mudo que horas antes se contrapuso con silencios agujereados por los jadeos y el sonido que dejan los cuerpos cuando se rozan. El sudor despedido se confundía y se acomodaba bajo la piel de las espaldas, los pechos, los muslos, las manos y el sexo, los rostros y el pelo, los dedos y todas las demás partes que habían sido testigos presenciales del desborde hormonal de ambas personas que yacían ahora separadas y con los ojos abiertos pero con un aparente espasmo que agarrotaba las lenguas e impedía hablar.
Miró su reloj y las cuatro y treinta de la tarde golpearon su impaciencia que insistía en reflejarse a través del bamboleo de su pie derecho que no cesaba de moverse vertiginosamente. Volvió a mirar el reloj de pulsera y por enésima vez hizo los cálculos propios a los husos horarios <<Si aquí son las cuatro y media, allá son las nueve y treinta>> se repitió mientras su vista se perdía en el ventanal que tenía enfrente. Era evidente que Cecilia se había retrasado una hora, cosa que no pasaba por alto para Jorge, quién siempre había disfrutado la sobrada puntualidad de su prometida.
-¿Y a partir de ahora qué pasa?
- No sé - respondió una risueña Cecilia, para luego agregar - Pero sé que hoy no me quiero casar.
Bruno frunció el ceño para luego acometer diciendo.
-Eso es hoy, pero mañana..
Mañana, pasado mañana y todos los días que hayan de llegar, interrumpió una Cecilia que ahora se tiraba de espaldas en la cama de Bruno.
Mientras tomaba las llaves de su apartamento con cierta preocupación; quizá la misma que suele acompañar como sombra a la conciencia; temiendo la posible respuesta de aquella mujer, Bruno se decidió preguntarle del por qué de la drástica decisión de dejar a su amigo Jorge.
-Hoy confirmé que no estoy dispuesta a perder toda la libertad de divertirme y gozar con quién quiera y cuándo quiera -. Y tirándole un beso sonoro acompañado de una risa de niña juguetona se despidió de un Bruno que salía por la puerta.
Y mientras aquel hombre cruzaba el umbral que daba a la calle con una evidente seriedad, y Jorge amasaba preocupaciones que explicaran el por qué Cecilia no había contestado el teléfono; ella ahora reía y bailaba con los resquicios de polvo que iluminaba el Sol de las diez y treinta de la mañana a través de una ventana abierta de par en par.

9 comentarios:

  1. Hola Alejo, debo tener algún problema para realizar comentarios desde mi propio blog por lo que con tu permiso te contesto aquí. Al hilo de lo que comentas, todos los idiomas tienen una dinámica propia que lleva a las innovaciones de cada lengua, en este sentido yo no sé si el español es más o menos creativo que los otros, pero no digo nada nuevo si afirmo que es un idioma muy potente.
    Me hace particular ilusión que la mayoría de los que por mi blog pasan sean americanos porque a mi corto entender tanto España como Europa están agotadas/agostadas sin capacidad alguna de reacción sólida frente a un presente que requiere actuaciones; en cambio, yo creo que la esperanza está en América, y especialmente en latinoamérica, un continente fuerte con ímpetu adolescente. En este sentido creo que esta lengua que escribo tiene un buen porvenir.
    Cordiales saludos y enhorabuena por tu blog.

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  2. Hay que ser valiente y sincera con una misma, para tomar una decisión como la que optó Cecilia: no continuar con aquella farsa y mojiganga que era la relación que mantenía con Jorge. No todas las personas tienen/tenemos las ideas tan claras...

    siempre es un placer leerte.

    un abrazo

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  3. ¡Ah la libertad y el placer! Unidos son el motro que mueve el mundo (le pese a quien le pese) . Bien reflejado esa inquietud antes de dejarse poner las cadenas (pocos son los que tienen el valor de Cecilia).

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  4. La felicidad de las ventanas abiertas de par en par. El vértigo de las decisiones tomadas sin la contemplación de las consecuencias a su paso.

    Perfecta elección musical.

    Abrazo.

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  5. Pero es que es lo mejor... ser sincera y decir la verdad :)

    Besicos

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  6. Alejo,
    Una estructura inmersa en la importancia de los tiempos. Los pensamientos de tres, cruzándose en distintas horas pero al mismo tiempo, la conversación de dos. Una espera densa acompañada de percepciones acompasadas por un lenguaje narrativo intenso que se puede respirar, oler, observar. Una decisión rotunda y definitiva como colofón frente a la certeza de las horas, los horarios, las ausencias y la distancia. Decisión, traición y libertad. Poder ver la vida de otros por la misma ventana.

    Abrazos

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  7. Algunas personas creen que la libertad es salir de juerga todos los días, emborracharse a cada paso y tener sexo con cuanto desconocido se le presente. No se dan cuenta que eso es lo que el sistema quiere que hagan. Eso no es libertad, es onanismo...

    Saludos

    J.

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  8. Esa es la famosa "mujer independiente". Cree que sabe lo que quiere, pero en el fondo, muy en el fondo, sabe que no lo sabe.

    Albur!!

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  9. Suerte que nunca hubo un Jorge para mí, y que la libertad no me resulta palabra corriente, pero en todo lo demás... Es glorioso volver y reencontrarme con tan buen escrito.
    Un abrazo gigante.

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