22 agosto, 2010

DICCIONARIO VOL. 1

"El conocimiento que transmite cada mujer, es lo que permite aprender a encontrarse cuando nos apagan la luz. Sin ellas, no me cabe la menor duda que estaría perdido."




Preocupante: Ansiosa necesidad de idear inventos que sirvan de perfecta excusa para volverte a ver.
Fe: Incerteza sentida antes de quitarte la ropa.
Felicidad: entre las 5 y 6 de la mañana.
Sonrisa: Huella indeleble en el rostro luego de recibir un beso.
Incerteza: Espacio delimitado entre tu respuesta y mi comentario.
Magia: Tu cuerpo respirando en mi pecho, mientras el olor de tu cabello me hace alucinar.
Droga: Dícese del olor de la magia
Enamorado: Idea que cree acariciar tus sueños mientras te veo dormir. Adj de idiota, o estado de aniquilación neuronal.
Prejuicio: Palabra inventada por mentes obtusas que tienen envidia.
Envidia: Resultado de tu ego y el mio, plasmado en una imagen a la vista y paciencia de los transeúntes.
Perfección: Momento en que me doy cuenta que acaba de amanecer y estoy a tu lado.
Sabiduría: lo que leo en tu piel.
Ignorancia: el tiempo antes de ti.
Tiempo: Un chaperón.
Un encendedor: el pretexto para robarte el cenicero.
Arte: cuatro tatuajes.
Intimidad: un abrazo.
Estupidez: la sonrisa con la que camino.
Años: los que nos separan.
Sexo: lo que hace olvidar a los años.
Amor: un dilema.
Ilusorio: creer en el amor.
Plomo: Sustancia que se debe adherir a la goma de los zapatos, para permirtirse caminar junto a ciertas mujeres sin tomar alas.
Hipnotizar: ejercicio depurado que se practica cada vez que caminas desnuda.
Admiración:
Lo que expresa mi silencio risueño.
Realidad: Espacio circundante aparentemente vacío que se aprecia mejor con los ojos cerrados.
Buen humor: sustancia que se mete al interior del cuerpo provocando las más exéntricas actitudes.
Esperanza: pensamiento latente de amanecer a la víspera de ver una vez más esa sonrisa cuando pronuncio tu nombre.
Manipulación: Provocar que Alejo se adelante a comprar su usual caja de cigarrillos y se los comience a fumar antes de tiempo.


19 agosto, 2010

TODAS NO SON NINGUNA, SOLO ELLA.

Ella no se engañaba, siempre despreció el amor edulcorante, siempre fue feliz en la orgía de momentos pintados por la energía de arriesgar al ganar para lo luego perder. Ella no era una princesa, porque siempre quiso ser realista más no infalible. Siempre dudaba de una cosa: si la muerte era real, o la imaginación de un sueño que le impedía vivir la realidad. Ella era una mujer de circunstancias, dudas, malicia. y labios de chocolate. Alguien que se desvelaba, lloraba, maldecía, agonizaba; pero nunca dejaba de salir adelante por más funerales que se tropezaran con sus zapatillas, las que había cambiado por los tacones, desde el día que el equilibrio tuvo pavor a su andar deprisa. Ella palideció, empequeñeció y su pelo mudo con las estaciones. Ella cantó y su color resurgió. Ella, de la que su dolor robó lágrimas al cielo, fue la misma que renació cuando su risa coloreó una mañana. Ella solo era ella, alguien capaz de custodiar el secreto de la vida y que sobrevivió al relámpago de la juventud para anidar la belleza en la brisa de los años que la hacen merecedora de poder ser llamada mujer. Ella, la que regala amor si pedir nada a cambio; esa es ella.

17 agosto, 2010

INFINITAMENTE PROBABLES

La espera se acompaña con varios cigarrillos, mientras la impaciencia se marca con el perfecto golpeteo al culo de la caja de los infames señores antes nombrados, sí esos que se visten usualmente de blanco. Y si el frío llena el aire, y si la neblina cubre la espalda, la llovizna es nada más el teatro que interpreta el drama del vilo. Lo que se hace para volver a salir con ella; las vueltas en que se revuelca la cabeza para mantener la compostura. La rabia arrebata la serenidad, cada vez se jala más rápido el cigarrillo. ¿Cuanto es un momento? un misterio, nadie usa la misma regla para medir el tiempo. Y mientras se pasa de mano en mano la baraja de decisiones para tomar dentro de los siguientes cinco segundos, todo miente con el sabor a "me da igual, allá ella". Y la mente se comienza a poner en marcha para dedicarse a otras asuntas presuntas. Y afuera los motores que empujan el delirio de la gris ciudad, la monotonía de los peatones, los cambios de semáforo; todo se mueve pero nada parece avanzar, nada parece lograr echar a andar la brevedad del momento, la insolencia de lo que tenga que decirse, los destinos pasados por alto, la verdades obviadas y un poco más. ¿Y qué hace el escribidor esperando la respuesta de la tía Julia? ¿Y qué hace un nene tratando de lograr ser el caballero vulgar que logre anidarse en sus pensamientos? La ventana de los ojos no hace otra cosa que mirar hacia adentro, y el nene inexplicablemente tiene en sus palabras las acciones que nadie ha tenido. Y cuando todo parece volverse costumbre, ella responde: toca ponerse los pantalones que no se habían necesitado ante otras. Su silueta es envidiada por quienes apenas empiezan a caminar, su actuar es nada más que el retrato de su experiencia y la razón de mi sueño que inspira mi potencial al futuro de compartir mi zippo. Si las mujeres menores volteaban, era solo por el roce adquirido del pensamiento de aquellas que a futuro se convertirían. Pero atrás queda la impaciencia, la espera, hoy los cigarrillos se comparten; hoy toca aprender, besar, y sin más abrir las puertas del bautizo de comenzar a vivir. Mañana guardaré mi hablar, que revelar los secretos de una mujer se paga con la penitencia que no tiene redención. Y los mares se abren cuando su mirada se comienza a acostumbrar a la mía, su sonrisa es mi pretexto para ser feliz. Infinitamente probables, es lo que respondo cuando me pregunta que pienso; que si las manos no alcanzan para dibujar la libertad que vivo en su cuerpo, nuestras bocas serviran para acortar la distancia que nos separa.

14 agosto, 2010

¡QUE CAGADA!

Estático el inconmensurable silencio que rebana la ilusión en dos, ganas de teflón que no se adhieren a nada, urgencia de enjuague bucal para el mal sabor del momento, millones de años luz que faltan disiparse para olvidar lo ocurrido, deseo acribillado por el fatídico sudor desperdiciado: una porquería, ¿por qué no?
Sí, era como el cascaron de un carro de lujo, pero que no tenía motor, ¡Fatal!, a la mierda se fue todo, ¿y ahora? quedarse puede significar la re-revancha... ¿y si resulta igual de malo?. Ninguno se mueve, es como si el que se moviera pierde. Mejor quedarse quieto, como si de un asalto se tratara: Pero es que fue un atraco...
-Pfff... estuvo maravilloso.- Ojos desorbitados del desconcierto a la par. ¿Me está jodiendo? fue lo que le fulminó la mente para tentar, solo tentar a la lengua. Y luego llegan los jeje falsamente retratados a la risa auténtica... Y es ahí en esa risa tan pordiosera, cuando el momento apremia y las excusas son llamadas con alto parlante.
Un mal polvo pudiera pasar, dos, bueno eso ya no es coincidencia; ¿pero querer tres? ¡¿masoquismo no?! La ventaja del ateísmo es que no se cree en diosas de cama... por el momento.

08 agosto, 2010

DERROCHE 2.3






Driving too fast/Rolling Stones

A ver: salimos juntos y disparejos por tragos, música, charla, manos, muslos y puntos aparte. Mentir, degustar, reír, enamorar, coger, fantasear, ver, buscar lo que no se nos pierde, y encontrar lo que nos antoja la compañía. Y así seguimos, dos, tres, cuatro, cinco y seis las horas, las bebidas, los golpes de tabaco, las ideas para escribir, las frases para desfantasear, para acribillar y nuevamente para sonreír. Con las ganas que sobran, palabras que pululan, asesinas para esconder, cuentos que inventar, problemas que resolver, cuernos que cortar, camas por estrenar y protección que usar. Y así las once, doce, una y vetados de paraísos, saludando a la madrugada, metidos en vidas ajenas, con la conveniencia de la hora, del lugar y del escape aparentemente a fumar. Ya no se suma sino que se multiplica; y todo se devuelve, diez, nueve, ocho, siete y cada vez menos quienes sobreviven al vaiven de la hora de los gatos. El cenicero es la indiferencia que da réditos, el bolso el pretexto, y las ganas de aprender corren para alcanzar la cintura que se hace pequeña cuando se desliza por la prisa de todavía no. Y sigue la cuenta acosada por el reojo de la mañana que marea de las vueltas y vueltas, secas y secas, y cuerpos de cuerpos; perderse de la vida no es una opción, sino una restricción, lo dice la morena de escote rosado, la pelirroja de perfume estrenado o la misteriosa de perfecta nariz. No hay arrepentimientos, todo es maquillaje nada es verdad pero todo engaña, y la ilusa musa que muere cuando nace su sucesora se ilusiona con la diosa sin falda de la sinceridad que no es más que un narcótico de querer escuchar lo que se quiere, la verdad te mata más rápido que las ganas de responder a un beso que no se puede negar sin antes diligenciar un pensar para correr y no en quedarse para luego tener que pensar.
Pero toca la ida, toca elegir entre dormirse con la ropa o quitársela, rápidos como locos, sin respiración, con peligro de colisionar pero sin miedo que perder, el desenlace de jadeos, de ronquidos, de risa, de escapes de Houdini, de lavandería, de sustos, de sorpresas, de llamadas al día siguiente, de soles nacientes que colorean el capote de los taxis, de besos marchitos o de historias sin concluir, por que la vida es un reloj dinámico que marca las mismas horas pero con diferente calendario que ahora no importa un carajo.
Vivir para vivir, y no para tener que arrepentirse al morir, eso no lo dije yo pero se me ocurrió antes que a la vendedora de camanances, antes que el nunca hasta siempre, luego del pronto sin prisa, de las ganas de hablar y la proeza de callar sin pensar. Porque pensar entre la morocha de tatuaje milagroso, de falda voluptuosa, de pecho pecaminoso y ganas de luna de miel, se vuelve difícil si solo falta el tiquete sin vuelta para gozar, para marchar, para uno, dos pero no tres viajes al infierno debajo del ombligo, ahí donde se camina con ojos cerrados para no perderse de nada; siempre sin tropezarse, pero de salida tambalearse es el rigor de correr sin parar para luego regresar y terminar de escribir lo que nunca tuvo inicio, menos un sentido que encontrarle, porque no es más que la libertad en su versión 2.3.

03 agosto, 2010

AYER






Playing love/Ennio Morricone/Yo-Yo Ma


Los miércoles son penitencia en la mitad de la nada. Son miles de kilometros de pensamientos semanales, carreteras desiertas de blanco y negro, polvo de miradas y regocijo de oportunidades. Imposible no alimentarse del presente sin dejar pasar por alto que persiste el hambre del mañana. Los barcos zarpan en el mismo momento que se detiene la respiración, se aguanta para ser más precisos; y ahí estamos, como esperando que las olas retornen, que los argumentos se acaben y que las arenas no llenen nunca los relojes. Soñamos por la ventana y las aves se elevan con nuestros pensamientos, todo parece una foto de Trent Parke o una moda que se le escapa a Lagerfeld; siempre nos contagiamos del otro. Y nace un pretexto instántaneo: un dulce beso para terminar de glasear tus labios. Y cada vez me convenzo que a veces me olvido cuando comienza la vida, solo sé que esos momentos en que todavía me estremezco con una caricia, me siento un mejor hombre.
No es posible hablar demasiado pronto, no es posible nunca equivocarse, no es posible atreverse a no soñar, pero siempre es posible pretender un beso más perfecto al anterior, ese que pague el arrendamiento de la sincronía del paraíso y el infierno; nunca es tarde para tomarte de la mano y atreverme a decir te quiero.
Cada vez que te veo, la magia de tus dedos me hace soñar y llegar allá, donde se acepta con orgullo la simplicidad de apreciar cada momento que pasa. Conocerte fue una virtud que le atribuyo a la insensatez y a la torpeza con que nos miramos aquella mañana; tú con los ojos del espejo y yo con los de mis lentes. Aparentemente desaliñada, pero perfectamente lo contrario. En fin, esta carta la deposito en el correo, porque recuerdo que me dijiste que tus sueños victorianos de un romanticismo rompecabezacabezas te harían esperar una carta de quién en un abrazo te hiciera suspirar.