13 julio, 2010

3 MINUTOS DE OPCIONES


The professor and le fille danse- Damien Rice


La realidad es algo muy distinto de lo que pensamos, se parece a las mañanas en que no recordamos lo que soñamos. Siempre interceptando pensamientos, nunca reteniendo ninguno; eran las mismas mañanas desde que se había alejado de Vera. No podía hacer otra cosa que levantarse y asomarse por la ventana, temiendo al barullo de la ciudad a sus pies. Luego le pondría música a la mañana y así daría paso al desayuno. Un poco deprimentes podrían ser las mañanas de Sandro, pero un cigarrillo en la terraza de su apartamento, se encargaba de disipar sus pensamientos, todos excepto uno: Vera.
Se puso su abrigo negro, se subió el cuello para protegerse del frío y la lluvia, cerró la puerta y continuó su firme paso hasta la fuente de la plaza. Bajó el tabaco de la cajetilla y la abrió, sacó su cigarro y lo encendió sin detenerse.
La lluvia ya había amainado lo suficiente como para poder ver a las personas sin paraguas. Sandro continuó caminando por la calle, sus lentes destilaban pequeñísimas gotas, la barba de hace 4 días se llenaba con el poco de vida que le quedaba al cigarrillo. Lo botó, y alcanzó a detener un taxi. Se distrajo un momento, pero por fin acató a decirle la dirección al chofer, y luego su mirada se perdió en la ventana, en las personas que pasaban, en lo oscuro que estaba el día. Veintitrés minutos transcurrieron cuando llegó a su destino, se bajó frente a aquella casa azul marino y ahí se quedó, aguardando. Sabía que había llegado puntual cuando vió a Vera salir y detenerse al otro lado de la acera bajo una helada llovizna. Se vieron y no existieron palabras, solo soledades, errores y despedidas. Se quedaron inmóviles, como en duelo del oeste. Y lo que pareció una eternidad se acabó. Se despidieron con el ademán casual, cada uno al lado contrario de la calle. Adiós le dijo ella. Te quiero le respondió él. Vera hizo el intento de cruzar la calle, pero se detuvo. Mató la lágrima izquierda que se escapó atrevidamente. Apretó sus labios y tomó las maletas, se llevó su mano al bolsillo buscando las llaves del coche y le quemó el roce de su anillo con el pasaje aéreo: se desesperó, sabía que la persona al otro lado de la calle esperaba una decisión suya, sentía un profundo vértigo; necesitaba tiempo para pensar si debía amar, para correr, para gritar, para llorar, para respirar, pero más importante aún: para elegir.
Sandro sentía que la llovizna cada vez le pesaba más pero no podía apartar su mirada, no sabía que lo hacía permanecer tan sereno, si sus celos impotentes o el amor suicida. No sabía si mantenerse ajeno a la decisión era correcto o no, pero creía que tenía que dejarla actuar por su cuenta.
Vera levantó la mirada y finalmente entró al automóvil, giró la llave y se marchó
Llegó a pensar que nada tiene sentido.

7 comentarios:

  1. Casi me senttí ahí, del otro lado de la calle.
    Hermoso relato!, me encanta como escribís!
    Saluditos!

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  2. Me encantan tus historias.

    Y el plus de Damien Rice (♥)

    Un abrazo!

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  3. Adoro leer este tipo de historias tan tuyas, uno siempre se identifica con algo de ellas... Vera me hizo recordar la última vez que apreté mis labios para evitar que las comisuras dibujaran la tristeza, y para evitar que entrara lo poco que quedaba de impotencia afuera... ahora veo que lo hombres saben de eso, jejeje...

    Besos con mis comisuras contentas!!

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  4. Uy que momento más fuerte... todos los pasos de la despedida. Muy bien descrito... ufff me trajo recuerdos. Un abrazo, por si acaso

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  5. Y no se dijo nada porque cuando no se dice en voz alta es como si no existiera... ufff muy buen escrito Alejo, me parece muy interesante esta nueva forma de escribir... la que se envuelve en la realidad y en las emociones enfrentadas... ¿Quien no se ha despedido con sólo una mirada?... SLDS

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  6. Vera encendio el destino que la conduciría al otro lado su sueño...

    abrazo
    druida

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  7. jeje Muchísimas Gracias Alfonsina.

    Un genio el Damien. Gracias eMiLiA del corazón.

    jajaja que te puedo decir? Somos unos hijos de puta, pero somos humanos no?! un besazo PaU.

    Srta Volio, por si acaso lo recibo, téngalo por seguro!

    Mi querida Alicia, ¿que le voy a añadir a eso que puso? Saludos Mayúsculos para los "cachetes de tennis"

    Druida, ... Bravo, eso era lo que no se ocurrió! un abrazo

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