- Que mierda ¿Y si me aguanto? Fue lo que pensó Alejo; mientras el reloj probablemente daba la 1 am, su cerebro ya le patinaba en una fatua batalla. Las ganas se amotinaban para cruzar a la esquina de puntas grises, ahí donde malabarean las ideas -unas vírgenes y otras no tan promíscuas- Y cediendo al síntoma de la libertad antojadiza, con la idea que todo es puro descontrol:
... Escribió
... Escribió
Al final,
no le quedó más,
que evitar recetarse contra la incontinencia literaria.
Entonces...la ebriedad; intoxicarnos hasta el delirium trémens.
ResponderEliminarJAJAJAJA me acribilló ese comentario!
ResponderEliminarBuen síntoma ese del que hablas :)
ResponderEliminarEs un vicio divino AdR !
ResponderEliminarBendigo hasta las resacas de tanta literatura... amen!
ResponderEliminarBuen diagnostico :)
Arya, Por los infieles literatos que alimentan la medicina escrita. Salud !
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