Sentado al borde de la cama mientras la penumbra se agigantaba por toda la casa, recordaba la última imagen que guardaba de ella antes que sucediera lo que nos pasa a todos, antes que el tiempo cubriera la piel de la felicidad dejándola fútil y llena de cenizas que el dolor del olvido se llevaría con un soplo sin que mediara otra cosa que silencio. Los sucesos del pasado se atrincheraban una vez más -como era usual en estos casos- contra una nueva y enajenada realidad que se apoderaba de todo; las páginas en blanco del presente dolían más que...