30 abril, 2012

Anticuento II

Del inicio                                                                       James Horner



Al inicio solían abrazarse a ellas, antes que los tiraran sin previo aviso, razón por la cual caían miles de metros hasta estrellarse contra el suelo. Al despertar no recordaban, no tenían memoria alguna del paraíso al cual habían accedido y era prohibido permanecer. Lo único que merodeaba en sus cabezas era un pensamiento que se revolcaba en un mundo de mentiras en espera de alguna oportuna realidad. Era como si a raíz del golpe, en sus cabezas se hubieran instalado una serie de nuevas ideas, ideas que manaban sin parar en lugar de la sangre que poblaban la mayoría de los cuerpos. Con el tiempo, y con el fin egoísta de prohibir nuevamente la entrada a aquel paraíso antes vulnerado por aquellos intrusos, las deidades tomaban la forma humana, o simplemente con el más leve roce, brotaban del mundo y poblaban las mentes como golpes de arte. Con la experiencia, llegaron simplemente a conocerlas como Musas.

28 abril, 2012

Anticuento

Tenía clavado en la mente aquel mito de la mujer sin rostro, esa que se encuentra en una permanente posición de espalda. Siempre soñaba con ella. Siempre se le colaba entre sus ideas aquella imagen que representaba duda, intriga. Parecía una no-puja constante: ella no pensaba mostrarle el rostro si él no se lo pedía -vaya a saberse el por qué estaba formulado su mito de esa manera-, y él quería que ella mostrara su cara sin necesidad de pedírselo; puro orgullo o cobardía decantaban las voces en su cabeza. Y así transcurrieron unas cuantas semanas, hasta que un día cansada de esperar, comenzó a caminar en dirección contraria a él; y así su espalda se fue haciendo cada vez más pequeña conforme se alejaba. Nunca se conocieron, la duda se perpetuó y el mito migró a otra mente esperando una resolución para volverse realidad.

25 abril, 2012

Multiverso

  Black moon/ Wilco


Él usaba camisa azul a rayas, su silencio no le daba la razón. Él usaba camisa negra y sus palabras transformaban paulatinamente la realidad del futuro. Ambos caminaban pisando el asfalto, uno dubitativo y el otro usando la sonrisa de los viernes. Uno se llenaba de historia certera con cada paso, el otro seguía sin encontrar la fórmula para derribar el ruido acumulado por la incertidumbre. Ambos recorrían la misma historia y eran provocados por la misma boca, la misma música y los mismos sentidos acumulados al frente. Uno pensaba y acumulaba silencio en las manos. El otro no disimulaba la expresión del rostro. Al llegar a casa se vieron. Eran el mismo. Aquel de camisa a rayas y el otro que usaba negro. Cada uno pensaban que estaba del lado correcto del espejo. En aquella escena extraña ambos no dejaban de contemplarse. Uno cargaba fantasmas, mientras el otro ya no pensaba en variables.


Sobre el multiverso acá.

16 abril, 2012

De la masa

La sombra que proyectaba no significaba nada, era sólo el vestigio de otras épocas. Se pensaba que estaban prontos a desaparecer y quizá con insípida ilusión se creyó que eso podía explicar la ceguera o mecanismo de defensa -movido por el egoísmo "impropio" de su clase- que le impedía contemplar la masa de carne que a sus espaldas se encontraba. Con colmillos pero indefensa ante los rifles que suelen ajusticiar a aquellos que no pueden defenderse solos en el mano a mano; se encontraba aquella masa de parados, de vilipendios y quién puede saber que más. No sólo era una imagen auténtica, sino también repetida durante largos siglos y distintos lugares. El mismo cuadro que encierra la misma pose con distintos actores, la misma masa con distinto nombre. Eran pocos y parecían estar condenados, pero como cucarachas siempre se las arreglaban para sobrevivir y continuar disparando a tanto pellejo curtido por tantos abusos.

10 abril, 2012

Palabras cortas

 Olores dilatados                                                                            



Lo esencial para los amantes es aprender a olvidar. El humo del cigarro sin contemplar los sillones, despertar y caminar sin pensar que ya no será. El cuarto día llega y los olores sólo fueron. Han cambiado y la memoria se resume en un lento exhalar. Acostarse no es meterse en la cama pretendiendo el mismo amanecer. Todo parece nuevo y los sentidos no recuerdan lo mismo de ayer. Se arranca el calor y se acostumbra al frío del reloj. Y se arman canciones sin sentido con letras de esas que pertenecen al mar. Todo arde sin quemarse en el intento de caer. Y las autobiografías de los demás. No hay espacio para soñar, es la primera lección antes de abrazar. Pedacitos de cuello y tiempo mutilado de sobra para joder. Lo peor del Sol es la mañana y la Luna cuando se vuelve a acostar. Es el accidente del perfume de larga duración. El exilio al mundo del cabello. Palabras cortas huérfanas de acordes. Es el error de ahuyentar lo esencial. Es un peligro el andar dilatando la corta duración.