28 febrero, 2012

Confusión

Justo en el momento en que el monstruo abrió los ojos por primera vez y contempló el laboratorio; su creador, con instrumentos en mano, mostraba una sonrisa de satisfacción por lo que acaba de realizar. Nadie sabe explicar bien qué salió mal, unos dicen que el monstruo presa del pánico confundió al hombre que tenía frente a él; sea como fuera, aquel doctor no pudo explicarle a tiempo que la bata blanca que vestía no lo hacía un carnicero.

24 febrero, 2012

Ignorancia de hadas

No entendía como la voz de las sirenas los había hecho enloquecer. Tampoco entendía como determinado aroma los empujaba a un estado mental anterior. Eran mitos o rumores de insensatos... hasta que ella puso el soundtrack en su cabeza y el olor de su cuello en su nariz. Fue entonces que pensó que sus absurdos habían cobrado vida.

20 febrero, 2012

Altiva supervivencia

 Una pena. Somos, cada vez más, los defectos que tenemos, no las cualidades. El viaje del elefante.


Desde mediados de diciembre se había truncado su plan. Aquella tarde Fritz había descubierto la infidelidad de su mujer; razón por la cual salió temprano del trabajo haciendo caso omiso a las advertencias sobre la peligrosa nevada que se aproximaba aquella noche: craso error. Desde entonces había quedado atrapado bajo la nieve. Dos meses en su automóvil, dos meses hibernando la idea de salvar su orgullo, de pedir el divorcio y quitarle cuantos bienes y lujos le había proveído durante once años de matrimonio; sin mencionar el hecho que si moría, ella disfrutaría de la herencia con el pelafustán con quién le ponía los cuernos. Sí, tenía que sobrevivir a como diera lugar. Fue por eso que al salir del coche, cuando el periodista le preguntó qué lo mantuvo con vida, Fritz con certeza pasmosa respondió: Orgullo. 



La noticia real aquí

18 febrero, 2012

De columpios y añorar

Todos formaban un solo espectáculo. La popelina, la vitrola y los blancos y negros que teñían las tardes. Todos formaban parte de aquella terraza. En aquellos días el sueño solía sorprender a Sam junto a la misma vieja silla que ahora se columpiaba solamente gracias al viento. Así se pasaban las horas del postrero de los habitantes de aquella melancólica imagen, como tratando de apoderarse de las sombras que crecían entre los resquicios de cada puerta, jugueteando con los recuerdos que se acumulaban en el piso de la casa. El tiempo dicen que no perdona, aunque en este caso con delicado tiento doraba su ya tostada superficie... ni calendarios, ni agua, ni sonidos de muertes lejanas hubieran logrado desprender el recuerdo o sueño o sensación (ya no importa cuál) que aquella silla continuaba teniendo. Añoraba al compañero que en tempranos años le escribiera el nombre Sam en un costado de la pata. Hace muchas canas desde que el viejo decidiera no regresar. Hoy la silla trata de imitar a los árboles, que sin poder volar, solo aprenden a columpiarse con el paso del tiempo.

01 febrero, 2012

El autoayudista

Afuera de la galería las personas soportaban sus fríos acurrucándose unos con otros. Una a una ingresaban al suntuoso edificio, tomadas de la mano, indecisas y temerosas, como si buscaran refugio dentro de aquel lugar. Adentro, cierto grupo se dedicaba solamente a admirar las obras que colgaban de las paredes: espejos de distintos tamaños y formas; mientras el otro grupo un poco más decidido compraba aquellos artilugios u obras de arte que se ajustaban a sus distintos gustos. A un costado se alcanzaba a ver al autor responsable de aquella muesta frotándose las manos frente a un fuego de esos sintéticos que emana de una chimenea de adorno; quién pasara cerca y prestando atención, de seguro le habrá escuchado repetir una y otra vez de forma muy queda, que siempre habrá tiempo para una crisis más.