03 enero, 2012

Hallábase aquel joven de rasgos portentosos, altiva mirada y de cálido y honorables sentimientos ocultos a la vista de quién no sabe admirar la entereza de espíritu. Hallábase pues aquel personaje que logra encumbrar nuestra imaginación, que nos deleita de forma incansable con las distintas formas que toma a través de las desventuras y proezas a lo largo de nuestras mentes; postrado de frente y sin remordimiento alguno por llegar tarde y contrariar los calendarios comunes. Aquel mozo, que en ligero movimiento, tan fugaz como la chispa que enciende el deseo del amante bienaventurado, alcanzó solamente a pronunciar con certeza absoluta: Feliz año.

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