Con una honestidad brutal la pasión le crecía de entre las manos con la intensidad con que el idiota intenta capturar el humo con su mano. No conseguía calmar las mariposas -de color montaña- que antaño se anidaron junto al desorden que crecía en su estomago cada vez que la veía. El humor, perdón, el amor, es un cigarro que sin saber intentas dejártelo adentro; no te mata su presencia adictiva pero sí su ausencia intempestiva; le había dicho con tono solemne la última vieja en la playa del último mes, la de los centavitos. Ah, la historia repetida,...