Caminaba a toda prisa, como se huye de la propia sombra, como si pretendiera huir de sus pensamientos; el murmullo de las hojas de los árboles que bordeaban el camino tomaba la forma de todos los reproches que giraban en su cabeza, los errores, el futuro empeñado, el amor y la muerte, la invariabilidad de la vida y ahora sólo le quedaba la angustia de cada paso, el roce de la esperanza y la crueldad anunciada <<Esta vez sí...>> se repetía.
Atrás había quedado su papel de cuervo, de portador de noticias cuyo decadente vuelo hallaba su razón de ser en la hora que el día todavía no ha muerto y que la noche todavía no ha nacido, la hora de la incertidumbre en que la luz se escabulle para empezar a darle paso a la oscuridad que ahora envolvía a ese heraldo que contemplaba como se empequeñecía con la distancia aquella mujer que corría con desespero, como un animal atormentado por sus miedos. Todo iba reduciéndose al silencio que se acrecentaba como el espacio que los separaría para siempre a ella de él. Mi condena está finalizada,su muerte apenas empieza, todo es final, pensó.
Sentado en dirección al lugar en que la Luna solía iniciar su ascenso como astro que había observado con paciencia el desarrollo de los hechos, como siempre lo había hecho durante todo aquel drama de circunstancias, cauta y sin prejuicios, girando sobre si misma como si fuera recordatorio del tiempo, de las estaciones, del inicio y del fin de las etapas que acontecieron en la vida de aquel hombre que sin moverse se había percatado que la desgracia una vez más lo había encontrado, siendo posiblemente esta, la cicuta del último reducto de esperanza que todavía respiraba bajo aquellos ojos teñidos de oscuridad. - La tempestad de mi vida nunca se acalló hasta los sucesos que me hicieron caer en esta cortina de humo, ahora cerca del fin esta espesa niebla que me aquejó, ha desaparecido y puedo recordar la historia de mi decadencia, la desdicha de mi vida. ¡Maldita sea la lucidez que regresa al final sólo para perturbar la apacible dicha de mi ignorancia!- dijo con voz queda, para luego volver a a repetir como solía hacerlo <<Esta vez sí, esta vez sí...>>
La noche tomó forma, la Luna ya no era Luna, era una sombra de lo que había sido; el ciclo iniciaba una vez más, y las historias se consumían en la espesura de las sombras que proyectaban los resquicios del amor y la muerte, de la invariabilidad de la vida, de la crueldad del ciclo inminente <<Esta vez sí, esta vez sí...>> murmuraban otras historias <<Esta vez sí...>> imploraba con agónica voz la esperanza. El cuervo finalmente había levantado vuelo harto de su maldita labor, ella estaba cerca como siempre <<Esta vez sí, esta vez sí...>>, él en su desespero inmutable sería consumido por la muerte del amor; <<Esta vez sí>> terminó por exhalar.