30 julio, 2012

Inicio

Con un toque de gracia abrió los ojos. No lo había pensado simplemente sucedió. Miró miles de cosas y probablemente escuchó el infinito. La delicia del paisaje y acontecimientos que sucedían uno tras otro. Un cúmulo de arte y experiencias nuevas. También lo sobrecogieron la vasta inmensidad de terrores, la aparente incompatibilidad de sucesos que corrompían la belleza que admiraba. De forma fugaz apagó sus párpados. El resentimiento alcanzó su ser, su humanidad, el miedo y otras cosas que no tenían explicación. La rueda del mundo era cruel pero entreveía miles de otras posibilidades, era todo parte de un juego continuo. Todo fue llanto. Al final simplemente nació.

27 julio, 2012

Hermandad

En vista de las constantes interrupciones que podría recibir al contar una historia tan breve, o quizá más que un relato, un pequeño fragmento de vidas ante un grupo de personas que me escucharían; es que me limito a escribir lo siguiente con la fina y audaz intención que quien pretenda conmoverse se sienta en la intimidad necesaria e inequívoca de su mente, sin que tenga la necesidad de demostrar hacia los demás sus sentimientos o demás prerrogativas del espíritu.
Era el punto medio de aquella guerra, que luego sería considerada como la gran guerra de la era moderna. Ambas fuerzas disputaban cada territorio con ferocidad. Nuestra compañía atacaba de forma constante a los que llamabamos el enemigo. Tratábamos de resquebrajar su espíritu y terminar de congelarlo con ayuda de las nevadas que golpeaban nuestros cascos y dificultaban la tarea de mantener los pies secos en las trincheras. El día que nos atacaron, fue devastador. El valor que irradiaban aquellos ojos nos hacía dudar del nuestro. Avanzaban de manera implacable, hasta que una bala dio en el cuello de unos de mis compañeros. La orden de replegarnos apremiaba, pero al no poder cargar a nuestro compañero herido, otro soldado se devolvió a sostenerle la cabeza. Con una expresión en sus ojos que denotaba terror pero comprensión, me indicó que me marchara. Al acercarse los soldados que nos hacían retroceder, y en el breve momento que me hizo contemplar aquella escena de dos jóvenes, uno sosteniendo la cabeza de otro mientras este último se desangraba, alcancé a escuchar que el hombre ileso me decía: - Tranquilo, sé que se acercan quienes pudieron ser amigos o hermanos nuestros, aunque probablemente ya sea muy tarde para pensar eso y no nos reconozcan como tales.

23 julio, 2012

No me he ido, y no pienso hacerlo al menos mientras el presente me lo permita. Pero el tiempo de escribir (al menos aquí) ha sido seducido por la lectura. No soy bueno con promesas de político ni tampoco soy Schwarzenegger; pero si no me juzgan por hurtar un clichè barato digo que volveré pronto -al igual que a la lectura 2.0.-